domenica 6 luglio 2014

¡'Majestad, una foto conmigo, por favor'!

Dijo varias veces Mariano Rajoy cuando era líder de la oposición que a él no le hacían falta los medios de comunicación ni los publicitarios para ganar las elecciones y que le bastaría con hablar y estrechar la mano de cada uno de los españoles para lograr que éstos le votaran.
Pues bien, al Rey Felipe VI, pese a que ya está instalado en el trono y disfruta de una mejor imagen que la que en su día tenía Rajoy, también parece haberle convencido esa misma teoría. Desde el mismo día de la proclamación, el pasado 19 de junio, hasta el último de los actos oficiales de su segunda semana de reinado, el joven Monarca no ha parado de estrechar manos como un mecanismo inexorable de rehabilitación social de la Corona y de su propia consolidación y aceptación por los españoles.




Pero en su caso, como en el de la Reina Letizia, la estrategia del acercamiento personal a los ciudadanos, mucho más comedido en el pasado, le está acarreando un peculiar coste añadido. Y es que lo que la gente pide a los nuevos Reyes de manera invariable no es tanto hablar sobre los problemas personales, políticos, sociales o sectoriales al uso, como simplemente hacerse una foto con ellos. «Majestad, Señor/ Señora, ¿le importa?...», es la introducción que se repite una y otra vez, y que acompaña al acto de sacar el móvil del bolsillo, entregárselo a un amigo y colocarse rápidamente al lado del Rey o de la Reina.
Ocurrió de manera significativa en el primer acto público al que acudieron los aún Príncipes de Asturias y de Viana tras el anuncio de la abdicación de Don Juan Carlos, en su visita a Leyre (Navarra). Durante el cóctel llamó la atención la fila de personalidades -esposas de políticos incluidas- que cumplieron con el propósito de llevarse un posado real a su casa.
En uno de los días previos a la proclamación, los organizadores de un acto académico-científico presidido por Don Felipe trasladaron a micrófono abierto el interés del futuro Monarca en hablar largo y tendido, al término de los discursos, con los miembros de la institución. Incluso llegaron a advertir de la conveniencia de no agobiar al Príncipe de Asturias con las cámaras de los móviles.

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